En la Solemnidad de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral de Roma, el Papa León XIV acude para presidir la Santa Misa y recordar en su homilía el sentido espiritual de este templo, construido en el siglo IV, por voluntad del emperador Constantino, después de que, en el año 313, concediera a los cristianos la libertad de profesar su fe y practicar el culto:

“Esta Basílica ―Madre de todas las Iglesias―, es mucho más que un monumento y una memoria histórica, es «signo de la Iglesia viva, edificada con piedras escogidas y preciosas en Cristo Jesús, piedra angular y como tal nos recuerda que también nosotros «en este mundo servimos, cual piedras vivas, para edificarla”.

Necesitamos cimientos firmes para edificar sobre la roca que es Cristo

El Papa después reflexiona sobre nuestro “ser Iglesia” y para ello hace una comparación metafórica de los cimientos físicos de San Juan de Letrán con los cimientos espirituales o comunitarios de la Iglesia como comunidad de fe, recordando que ambos deben ser sólidos:

Si quienes la construyeron no hubieran excavado en profundidad hasta encontrar una base lo suficientemente sólida sobre la que erigir todo lo demás, toda la construcción se habría derrumbado hace tiempo o correría el riesgo de derrumbarse en cualquier momento. […] También nosotros, obreros de la Iglesia viva, antes de poder erigir estructuras imponentes, debemos excavar en nosotros mismos y a nuestro alrededor para eliminar todo material inestable que pueda impedirnos llegar a la roca desnuda de Cristo”.

Por ello, el consejo del Santo Padre es “no apresurarnos ni ser superficiales cuando trabajemos al servicio del Reino de Dios”, en cambio, debemos “excavar profundamente, libres de los criterios del mundo, que con demasiada frecuencia exige resultados inmediatos porque no conoce la sabiduría de la espera”. Solo así – ha dicho - “se puede construir, con la ayuda de Dios, una verdadera comunidad de fe, capaz de difundir la caridad, de favorecer la misión, de anunciar, celebrar y servir a ese Magisterio apostólico del que este templo es la primera sede”.

Trabajemos juntos en la gran obra de construcción de Dios

León XIV también recuerda que “Jesús nos transforma, y nos llama a trabajar en la gran obra de construcción de Dios, modelándonos sabiamente según sus designios de salvación” y señala que la Iglesia misma “es una obra en construcción”, un proceso que requiere esfuerzo, paciencia y confianza. En este sentido, León XIV habla de la “caridad”, recordando que también da forma a nuestro rostro como Iglesia “para que resulte cada vez más evidente para todos que ella es “madre”, “madre de todas las Iglesias””.

La liturgia: la fuente de donde mana toda la fuerza de la Iglesia

Finalmente, el Santo Padre destacó un aspecto esencial de la misión de toda catedral: la liturgia.
“Es la «cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y […] la fuente de donde mana toda su fuerza»”.
El Papa ha pedido que, en la Sede de Pedro, el culto sea ejemplo para todos: “respetando las normas, prestando atención a las diferentes sensibilidades de quienes participan, según el principio de una sabia inculturación y al mismo tiempo en la fidelidad a ese estilo de solemne sobriedad típico de la tradición romana” y concluyó su homilía con un deseo, el de que “quien se acerque al altar de la catedral de Roma pueda salir lleno de esa gracia con la que el Señor desea inundar el mundo”.