En su reflexión por la fiesta de la Sagrada Familia, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, destacó: "Dios se hace hombre y quiere participar de una familia humana".
"Nosotros somos seres humanos que nos comunicamos a través del corazón, a través del amor. Somos recibidos por amor en este mundo y comenzamos a aprender a vincularnos con los demás; por eso la familia es la primera escuela de las virtudes humana", aseguró.
"La primera escuela de las virtudes sociales, son como una ventana a la vida según sean los vínculos que vamos teniendo en la familia, vamos así creando los vínculos sociales y se aprenden de un modo no académico, se aprenden naturalmente y así Jesús experimentó el cariño y la protección de san José", profundizó.
El obispo sanisidrense consideró que "el ejemplo de sus padres, san José trabajador y al mismo tiempo fiel a todas las tradiciones judías, lo vemos en esta caravana como si fuera algo propio de la devoción popular de aquel tiempo judía, ir a Jerusalén celebrando sus 12 años, su capacidad para poder leer y transmitir la Sagrada Escritura".
"El Señor se sumerge en este misterio de la familia que, también conlleva la angustia, conlleva el dolor", explicó y agregó: "Nosotros podemos pensar en tantas familias cuando vamos a las raíces y queremos honrar nuestras raíces; nos encontramos también con oscuridades".
"Nos encontramos con tantos déficits de amor en las vidas familiares; nos encontramos con tanto pecado, con tanto individualismo, con tanta dificultad para poder querernos, para poder comunicarnos. No somos perfectos, sin embargo, necesariamente tenemos que honrar las raíces y buscar desde las raíces cómo hacerlas madurar a estos vínculos, a estas relaciones", planteó.
Monseñor Ojea pidió que no minimizar en la reflexión de "este Evangelio maravilloso" el hecho de la pérdida y el hallazgo de Jesús en el Templo, "el asombro después de la angustia".
"El asombro de María y de José al escuchar las palabras de Jesús y el respeto por la vocación de Jesús. El respeto por el destino de Jesús. Esto es tan maravilloso en una familia, el poder querernos y respetarnos. Tenemos temperamentos diferentes, caracteres diferentes; somos personas distintas", puntualizó.
"En la Trinidad, somos creados a imagen de la Trinidad; la Trinidad es una familia con personas distintas a nosotros, a imagen de la Trinidad, formamos familia, pero cada uno en la familia es distinta y aquí el asombro de María y de José al escuchar la palabra del hijo. '¿No sabían que tengo que ocuparme de los asuntos de mi Padre?' Ellos se retiraron y María guardaba todo en el silencio de su corazón, María ahonda después de la dificultad, después de la angustia ahondaba en la palabra del Hijo", relató.
Monseñor Ojea invitó a encomendar las familias, especialmente a aquellas en dificultades, "la capacidad que debemos tener de aceptar nuestra realidad y transformarla lo más que podemos".
"Somos seres humanos, nacemos en una familia y nos debemos a una familia. Tratemos de hacerla madurar, hacerla crecer para que podamos así reflejarla en el resto de la sociedad", pidió y concluyó: "Que Jesús, María y José nos protejan y nos enseñen a ser familia".