En este día, la Iglesia tributa a la Eucaristía -presencia real de Cristo- culto público y solemne de adoración, amor y gratitud. En consecuencia, la procesión del Cuerpo y Sangre de Cristo que se realiza después de la Misa principal del día es la más importante de todas las procesiones del año.
Origen e historia de la celebración del Corpus Christi
A mediados del siglo XIII, Pedro de Praga, sacerdote que dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, realizó una peregrinación a la ciudad de Roma para pedir, sobre la tumba de San Pedro, una gracia especial. A su retorno a Bolsena, mientras celebraba la Santa Misa en la Cripta de Santa Cristina, se percató de que había un rastro de sangre sobre el corporal (paño litúrgico de color blanco que se coloca sobre el altar) cuya fuente era la forma u hostia consagrada que tenía en sus manos.
La noticia llegó rápidamente a oídos del Papa Urbano IV (Pontífice entre 1261-1264), quien se encontraba cerca de la Cripta, en Orvieto. Pronto el Pontífice mandó que el corporal sea llevado a su presencia. Una vez que lo tuvo frente a sí, lo contempló maravillado.