El papa Francisco presidió este 16 de abril, Domingo de la Divina Misericordia y tras el rezo del Regina Coeli, aprovechó los saludos para lanzar un fuerte mensaje: “Seguro de interpretar el sentir de los fieles de todo el mundo, dirijo un pensamiento agradecido a la memoria de san Juan Pablo II, en estos días objeto de suposiciones ofensivas y sin fundamento".

Y es que en Italia estos días no se habla de otra cosa que, de las acusaciones de Pietro Orlandi, hermano de Emanuela, la niña desaparecida en el centro de Roma una tarde de junio de 1983.

Pietro, en presencia de su abogada Laura Sgrò, que asentía con la cabeza, contó en el programa de televisión 'Di martedì', que el papa Wojtyla “solía salir por la noche en compañía de algún monseñor y no precisamente para bendecir casas”. Todo esto se presentó sin ninguna prueba ni pistas ni pruebas de segunda o tercera mano. “Solo acusaciones calumniosas anónimas”, comentó Andrea Tornielli, director editorial de los medios de comunicación de la Santa Sede.

Cardenal Dziwisz: viles e incoherentes acusaciones
El arzobispo emérito de Cracovia, secretario de Wojtyla durante cuarenta años, se pronunció también sobre las declaraciones de Pietro Orlandi, y espera que el "penoso asunto" se libere de "depredaciones, mitomanías y chacales" y que "Italia sepa velar por el derecho a la buena reputación de los que ya no están".

El Dziwisz que sirvió durante más de cuarenta años como secretario particular a Juan Pablo II, en una nota difundida este sábado 15 de abril, habló de "afirmaciones temerarias, pero sería más exacto decir insinuaciones innobles" de Pietro Orlandi sobre Wojtyla "en relación con el amargo y doloroso asunto de su hermana Emanuela".

El cardenal emérito de Cracovia considera "penoso" este asunto y espera que pueda liberarse "del torbellino de engaños, mitomanías y saqueos" que lo ha caracterizado en las últimas cuatro décadas.

"Difícilmente se puede decir que estas insinuaciones, de las que se dice que proceden originariamente de esquivos círculos del hampa romana, a los que ahora se asigna una apariencia de pseudopresentabilidad, sean en realidad acusaciones farragosas, falsas de principio a fin, irreales, risibles hasta la comedia si no fueran trágicas, incluso criminales en sí mismas", afirma Dziwisz.  

El cardenal reconoce que es "un crimen gigantesco" lo que se ha hecho a Emanuela y a su familia, pero igualmente "criminal es sacar provecho de ello con desvaríos incontrolables, destinados a desacreditar preventivamente a personas y ambientes mientras no se demuestre lo contrario, dignos de la estima universal".  

Esto no quita, escribe Dziwisz, que "el dolor incompresible de una familia que lleva 40 años sin tener noticias de su hija merezca todo el respeto, toda la preocupación, toda la cercanía". Frente a ciertas afirmaciones que "han encontrado eco en las redes sociales y en algunos medios de comunicación, especialmente los italianos", el cardenal se siente en el deber de testimoniar, como secretario privado del Papa, "sin miedo a desmentir", que "desde el primer momento, el Santo Padre se ha hecho cargo del asunto, ha actuado y hecho actuar para que tuviera un feliz desenlace, nunca ha favorecido ninguna forma de ocultación, siempre ha mostrado afecto, cercanía y ayuda de las más diversas formas a la familia de Emanuela".

El deseo del cardenal es de "rectitud por parte de todos los implicados" y la esperanza de que "Italia, cuna universal del derecho, sepa utilizar su ordenamiento jurídico para velar por el derecho a la buena fama de quienes hoy ya no están entre nosotros pero velan e interceden desde lo alto".