La Virgen Santísima se apareció repetidas veces a Santa Bernardita Soubirus (Lourdes, Francia) a quien le dijo: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el próximo". Con estas palabras, la Madre de Dios le comunicaba a la Santa que el camino que Dios tenía reservado para ella era difícil, con cruces, pero que acabaría en la gloria inimaginable del Cielo. La Virgen de Lourdes, por eso, nos acompaña en medio de los dolores pequeños o grandes de la vida cotidiana, especialmente en la enfermedad. Nuestra Señora nos recuerda siempre que confiemos en las promesas de Cristo, y crezcamos en paciencia y esperanza.