El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, recordó que este domingo se celebra la Ascensión del Señor, en el que comienza un tiempo de esperanza en la Iglesia.
“Ya no veremos más físicamente a Jesús, no podremos tocarlo, no podremos escuchar su voz, Él estará presente a través de su espíritu y nos enviará a predicar, a llevar su Palabra, pero a Él lo tendremos en esperanza”, subrayó en su reflexión semanal.
El obispo sanisidrense sostuvo que “se abre este tiempo de esperanza” cuando en 2025 la Iglesia celebrará el Año Santo de la esperanza y puntualizó que “Peregrinos de esperanza” es el lema de este nuevo Año Santo y por el que el Papa ya envió la convocatoria.
“En la convocatoria, el Papa nos dice que la esperanza surge siempre en la noche, surge en la tribulación como nos enseña Pablo, es una lucecita en medio de la noche; pero está sostenida por la paciencia”, puntualizó.
“La paciencia es hija de la esperanza, la paciencia comienza por afrontar una dificultad; pero al mismo tiempo por saber esperar los tiempos, es la sabiduría que me hace conectarme con la realidad”, subrayó.
Monseñor Ojea advirtió: “Cuando quiero apurarme, me voy fuera de la realidad. Estamos en un tiempo donde nos apuramos para todo, queremos todo hoy y ya; y lo queremos al mismo tiempo, lo queremos terminado. Esto favorece un estado de ansiedad constante, un estado de nerviosismo que muchas veces nos lleva a la violencia y a la profunda insatisfacción”.
“Hemos perdido la sabiduría de esperar, de darle tiempo a las cosas. Los encuentros necesitan tiempo, la escucha necesita tiempo, el diálogo necesita tiempo”, sostuvo. “Sin la sabiduría de poder dar los tiempos, apurando todo; borramos todo. Entonces nos quedamos sin nada; nos quedamos vacíos. Por eso al ascender el Señor al cielo y al pedirle nosotros, el Espíritu Santo que Él nos va a enviar, que su mismo amor en el que se sostiene la esperanza, porque la esperanza tiene como raíz la fe”, profundizó.
El presidente del Episcopado afirmó que “la fe, es fe en el amor de Dios que se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” e invitó a pedir a l Señor, a su Espíritu, “poder aprender a ser pacientes para ser hombres de esperanza, pacientes con nosotros mismos, pacientes con nuestro tiempo, pacientes con nuestros hijos, pacientes con nuestros hermanos y hermanas”.
“Que el Señor nos conceda esta gracia para poder celebrar la Ascensión del Señor y abrir este nuevo tiempo de esperanza para toda la Iglesia y para todo el mundo”, concluyó.