En la Solemnidad de los Fieles Difuntos, monseñor Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza, presidió la Eucaristía en la parroquia San Antonio de Padua, en la localidad de Las Heras, donde invitó a los fieles a contemplar la muerte con esperanza, recordando que "Cristo ha vencido al pecado y a la muerte, y nos quiere con Él en la vida eterna".
El prelado comenzó su homilía recordando que la Palabra de Dios "nos invita a considerar, en primer lugar, nuestro destino glorioso junto a Cristo", tal como lo expresan los textos del Apocalipsis y la Segunda Lectura. "La invitación es, por tanto, a tener una mirada esperanzada, una mirada llena de convicciones", afirmó.
Monseñor Colombo subrayó que este es "el corazón de nuestra experiencia de fe", porque "somos una Iglesia de hombres y mujeres llamados a gozar de la Pascua de Cristo y, por tanto, sabedores de que la última palabra la tiene el Señor con su victoria total".
En su reflexión, destacó que toda la experiencia de fe del cristiano "nos lleva por el camino de encontrar en Jesús una palabra que da vida, una palabra que alienta, una palabra que nos ofrece certezas hondas que no nos abandonan nunca".
Comentando el Evangelio, el arzobispo se refirió a las mujeres que fueron al sepulcro y lo encontraron vacío. "Ese sepulcro que había recibido el cuerpo del Señor ahora tenía, enrollados a un costado, los distintos elementos mortuorios, pero el Señor no estaba", señaló. Y recordó la pregunta de los hombres presentes en el sepulcro: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado".
Monseñor Colombo explicó que esa experiencia -dejarse interpelar por estos hombres, que las llaman a no quedarse en dolores y sufrimientos porque la vida ha vencido y la Pascua ha tenido lugar- fue transmitida de generación en generación a través del testimonio de la Iglesia.
"El testimonio de aquellas mujeres sería confirmado más tarde por la primera comunidad", recordó, mencionando la incredulidad inicial y la actitud de Pedro y los discípulos de Emaús: "Nuestras mujeres fueron y no encontraron nada, pero no sabemos qué pasó. Después fue Pedro".
Esa tensión "entre creer y no creer" en los comienzos de la comunidad cristiana, señaló el arzobispo, "resulta sobrepasada por la experiencia de encontrar al Resucitado, de navegar mar adentro con Él, de dejarse interpelar como Pedro con aquellas famosas preguntas sobre el amor, sobre el amor al Señor".
A partir de esa experiencia de fe, monseñor Colombo animó a los presentes a contemplar la muerte desde la esperanza: "Cuando evocamos a nuestros difuntos, lo hacemos desde el lugar de un dolor transfigurado en esperanza". Reconoció que el duelo y la tristeza son parte del camino, pero que "el tiempo nos permitirá una reflexión más profunda" y "nuestra fe se dejará alentar por una esperanza más honda, más fuerte, más completa".
"La muerte no tiene la última palabra. La muerte ha sido vencida", proclamó.
Finalmente, exhortó a los fieles a vivir como creyentes de la Pascua: "No hay que buscar entre los muertos al que vive. Nosotros, como cristianos, estamos entonces llamados a la esperanza y llamados a rezar por nuestros difuntos, para que también ellos se encuentren con el Señor".
"Que nuestra fe, entonces, se vista de Pascua. Que nuestra fe sea de cristianos que creen en la resurrección de los muertos, y que ellos, nuestros muertos, descansen en paz", concluyó.