La Pascua es la gran celebración de la resurrección del Señor de entre los muertos. Esta celebración, que se prolonga durante cincuenta días, sigue siendo para la Iglesia como “un solo día”. Esta es una dinámica espiritual muy semejante a la que acabamos de vivir durante la octava de Pascua, y que ahora ha de prolongarse pasando por la Ascensión del Señor hasta el domingo de Pentecostés.

El Tiempo Pascual es un periodo especial en el que los cristianos estamos invitados a vivir la alegría glorificada por la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y la muerte. Este gozo ha de expresarse frecuentemente a través de la aclamación ¡Aleluya!, muy presente en la liturgia, y que debemos hacer resonar en el día a día.
 
La lectura del Evangelio está tomada del relato de San Juan, quien narra los eventos sucedidos junto al lago de Tiberíades (Jn 21, 1-19).