Los tres juntos, desde un principio, tuvieron que enfrentar peligros, carencias y dificultades. No obstante, la presencia de Dios en medio de ellos fortaleció el amor del uno al otro de tal manera que lograron salir siempre adelante.

Como familia santa -Jesús, María y José- son reflejo de la Trinidad, y cenáculo en el que se comparte el Amor verdadero.

La fiesta de la Sagrada Familia, que se celebra dentro de la Octava de Navidad, es una invitación a profundizar en el sentido del amor familiar, para luego examinar la propia situación del hogar y buscar los medios adecuados para que cada integrante, papá, mamá e hijos, se asemeje cada vez más a las personas que integran la ‘Familia de Nazaret’. En muchos casos hay ausencias o carencias dentro de una familia, pero eso no quiere decir que la Sagrada Familia deje de ser fuente de inspiración y modelo de amor. Todos estamos o venimos de una familia.

Hay peligros que hoy acechan a la familia como institución humana querida por Dios. Se debe estar alerta. La vida familiar no puede reducirse a los problemas, las dificultades, los desencuentros. Estas cosas suelen brotar a causa de nuestras fragilidades e imperfecciones, que deben ser tomadas como lo que son: asuntos que pueden ser vencidos con amor, comprensión y perdón. Para ello siempre debemos contar con la gracia de Dios.