"No hay descanso, ni de día ni de noche, del ruido de los helicópteros y de las bombas", dice a L'Osservatore Romano el padre Gabriel Romanelli, párroco de la Sagrada Familia en Gaza.

"Los ruidos provienen de la zona noroeste de nuestro sitio, hacia Jabalia y Shita, en esta última aún vivían algunas familias cristianas, pero hay una estricta orden de evacuación allí. Hasta ahora los pocos cristianos que quedan se han refugiado en las dos parroquias, la nuestra y la ortodoxa", indicó.

El sacerdote argentino señaló que "la sede de Cáritas y nuestro centro de formación de Santo Tomás de Aquino, que se encuentran a cuatro kilómetros al norte de nuestro recinto, recibieron la orden de evacuar hacia el sur. Afortunadamente, ambos edificios están prácticamente vacíos ya que se están realizando trabajos de reparación".

"Cuatro kilómetros es una distancia corta y esperamos que pronto lleguen tropas israelíes cerca de nuestras casas. Por eso en estos momentos hay una gran tensión en nuestra comunidad. Aunque todavía no hemos recibido ninguna orden de evacuación", agregó.

"Sin embargo, hace unas semanas recibimos un mensaje de las FDI que define la nuestra como 'zona roja' y nos indica dos corredores para ir hacia el sur, pero nuestras familias no quieren irse, no sé qué pasará. ¿Por qué deberíamos irnos? Ninguno de nosotros está involucrado en el conflicto. ¿Qué harían nuestros cristianos en el Sur? Se concentran junto con otros dos millones de palestinos desplazados que no tienen nada y viven en tiendas de campaña. Espero que nuestra peligrosa situación sea conocida también en Occidente. Y confío como siempre en la capacidad de intervención de nuestro patriarca (NdeR: cardenal Pierbattista Pizzaballa)".

Las próximas horas serán decisivas para comprender la evolución, también en la comunidad cristiana, de la aplicación del llamado "plan de los generales".