Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, escribió su mensaje semanal desde Roma, a donde viajó para una reunión del Dicasterio para las Comunicaciones, coincidiendo con la celebración de clausura del Sínodo sobre la sinodalidad. 

"Me alegra poder sumarme en este acontecimiento. Hay mucha expectativa acerca del texto que contenga las propuestas que se presentarán al Santo Padre", planteó y anticipó que "algunos temas que resultaban difíciles para alcanzar consensos se resolvió pasarlos a un estudio más detallado hasta el mes de julio de 2025".

"Estemos atentos a la publicación y las orientaciones que vayan surgiendo", sugirió.

El arzobispo sanjuanino también reflexionó sobre la nueva encíclica del Papa Francisco sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, cuyo título en latín ?explicó- es Dilexit nos ("Nos amó"), tomado de la carta de San Pablo a los Romanos.

"Sabemos que Dios nos ama porque nos ama. No es un premio a nuestra buena conducta, ni un reconocimiento de nuestros méritos", planteó y señaló que en el documento Francisco afirma que "su corazón abierto nos precede y nos espera sin condiciones, sin exigir un requisito previo para poder amarnos y proponernos su amistad: 'nos amó primero'. Gracias a Jesús 'nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído" en ese amor)".

"Para expresar el amor de Jesucristo suele usarse el símbolo del corazón", citó y destacó: "Así lo hacemos también para hablar del amor humano. Por eso en El Principito leemos: 'Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos' (Antoine de Saint-Exupéry)". 

Monseñor Lozano invitó a pensar en "diversos modos de conocer a las personas. Un cirujano, un médico que realiza una ecografía, conocen detalles ocultos de un paciente; pero la madre o un amigo lo conocen con mayor profundidad, e incluso me animo a decir que con más verdad".

"En la encíclica hay un subtítulo que me atrajo: 'Enamorar al mundo'. Allí Francisco nos recuerda que 'la propuesta cristiana es atractiva cuando se la puede vivir y manifestar en su integralidad; no como un simple refugio en sentimientos religiosos o en cultos fastuosos", puntualizó.

"¿Qué culto sería para Cristo si nos conformáramos con una relación individual sin interés por ayudar a los demás a sufrir menos y a vivir mejor? ¿Acaso podrá agradar al Corazón que tanto amó que nos quedemos en una experiencia religiosa íntima, sin consecuencias fraternas y sociales?, interrogó. 

"Seamos sinceros y leamos la Palabra de Dios en toda su integralidad", pidió citando al pontífice y concluyó: "El amor, y sólo el amor, permanece siempre".