En el día en que los franciscanos de todo el mundo celebraron los 800 años de la recepción de los estigmas por parte de san Francisco de Asís, la basílica dedicada al santo y ubicada en el porteño barrio de Montserrat (Alsina 380, esquina Defensa) reabrió sus puertas el martes 17 de septiembre, luego de siete años de obras de reforma y restauración.
Con la presencia de numerosos fieles, la celebración eucarística fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, quien, con su báculo y desde el atrio del templo, realizó tres golpes de manera simbólica contra las puertas de la basílica, para ingresar en procesión hacia el altar mayor.
Concelebraron la misa el obispo emérito de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia; el ministro provincial de la Orden Franciscana, fray Emilio Andrada; el rector del templo, fray Enid Gutiérrez; Mons. Víctor Pinto; otros frailes tanto franciscanos como dominicos, y los presbíteros Ricardo Dotro y Francisco Baigorria, entre otros.
Asistieron a la celebración representantes de las iglesias ortodoxas griega y rusa, de la Iglesia Metodista, de la Iglesia Evangélica alemana, y de diversas congregaciones religiosas femeninas.
Además, se hallaban presentes, el secretario de Culto de la Nación, Nahuel Sotelo Larcher; la directora general de Cultos de la Ciudad de Buenos Aires, Pilar Bosca; el director de AICA, Eduardo Woites; diversas autoridades de organismos públicos como la Secretaría de Obras Públicas, la Subsecretaría de Hábitat y Vivienda; la Dirección Nacional de Arquitectura, la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos; personal de la empresa constructora que trabajó en la restauración, entre otros.
A la luz de las lecturas bíblicas, monseñor García Cuerva recordó en la homilía: "En la oración colecta, pedíamos a Dios que, por el estigma de san Francisco, se encienda el amor de Dios en nuestros corazones, porque de eso se trata. Estar a 800 años de aquel acontecimiento milagroso, en el cual el santo recibió en su propio cuerpo y corazón las llagas de Cristo, no es solamente un tema histórico para recordar, sino que es para que también nosotros volvamos a encendernos en el amor a Cristo".
"El amor a Cristo -dijo-, en nuestra realidad de hoy, es amar a los heridos, amar a los que hoy están sangrando en sus vidas. Jesús quiere que toquemos la miseria humana y la carne sufriente de los demás. Que el dolor, el sufrimiento y las heridas de los hermanos las hagamos propias, para decir que también nosotros llevamos los estigmas de Cristo y así hacer, como dice el Papa Francisco, la revolución de la ternura".
El arzobispo subrayó: "Hoy, después de siete años, abrimos este templo, que nos habla de historia; un templo que también fue víctima de la historia y que, a pesar de todo, sigue estando en pie y diciéndonos que, en medio de la ciudad y de la locura del ajetreo propio del Centro, Dios está presente entre nosotros".
Deseó, asimismo, que la basílica "sea una casa de puertas abiertas a los heridos de la vida, a aquellos que cansados, agobiados y entristecidos puedan entrar aquí y sentir que Dios los abraza".
Al finalizar la celebración, se realizó el traslado del Santísimo Sacramento para su reserva en el Sagrario de la capilla del Santísimo, anexa a la basílica. Luego, el arzobispo se dirigió al altar de las llagas de san Francisco, para rememorar esa milagrosa impresión en las manos, pies y costado del santo de Asís, y, finalmente, monseñor García Cuerva caminó hacia el altar de la Inmaculada Concepción para la bendición de la corona de la Virgen, desde donde impartió la bendición final. Se rezó una oración de la coronación, del papa Francisco, así como antes se habría rezado una oración del mismo Pontíifice dedicada a San Francisco.
Seguidamente, se realizó un acto protocolar, en el que se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino y se realizó la entrega de reconocimientos a instituciones que intervinieron más directamente en la obra de restauración de ese templo.
"Abrir las puertas del corazón"
Por su parte, el rector de la basílica, padre Enid Gutiérrez, señaló: "No hay duda de que la reapertura de la basílica es una fiesta, sobre todo para los franciscanos que estamos en este mismo lugar desde la fundación de la ciudad de Buenos Aires. Si bien esta Iglesia tiene 250 años, ya es el tercer templo en construirse en este espacio".
"Hoy tenemos la gracia de abrir las puertas después de siete años, pero la fiesta es mucho mayor por celebrar también los estigmas y las llagas de san Francisco, que son el culmen de una vida plena de amor, entregada totalmente a la voluntad del Señor", manifestó.
Además, subrayó: "Esta basílica era muy oscura. Cuando se inició la reparación tenía color verde oscuro y gris, y no había posibilidad de iluminarla; sin embargo, vinieron de la empresa, trabajaron y le dieron toda esta luz, que es hermosa. Que esta apertura sea signo de las verdaderas puertas que san Francisco quiere que abramos, las del corazón".
"Un lugar y ambiente acogedor que nos aísla del ruido"
En tanto, el ministro provincial, fray Emilio Andrada, manifestó: "Muchos años hicieron falta para que este día llegara, pero gracias a la paciencia para hacerlo necesario, reuniones, la elaboración del proyecto, seguimiento de los trámites, con el aporte e intervención del Estado, direccionando a obras señaladas con fondos públicos, y el trabajo profesional y minucioso del personal de la empresa a cargo, se ha llegado a realizar la restauración casi total de este templo".
Por otra parte, recordó que "este lugar sagrado será para el deseo de muchos un espacio para entrar para rezar, para participar de las celebraciones litúrgicas, para encontrar un oído atento al cual confiar sus problemas y pedir, por su intermedio, perdón al Creador de todas las cosas. Otros tal vez ingresen para admirar la obra edilicia, las imágenes, los detalles, o simplemente para descansar a la sombra de un techo y un ambiente acogedor que nos aísla del ruido y del movimiento incesante de la calle".
"También -señaló-, será un lugar propicio para convocar a encuentros ecuménicos e interreligiosos, conciertos de música sacra, coros y otros eventos culturales coherentes con la sacralidad de este lugar".
Finalmente, se desarrolló un breve concierto a cargo del Coro y Orquesta Música Sacra Buenos Aires, bajo la dirección de la profesora Sandra Pianigiani. La soprano María Fernanda Doldán cantó como solista el Agnus Dei, de la Misa de la Coronación, de Mozart. El concierto concluyó con el Aleluya, del oratorio El Mesías, de Haendel.
El proceso para la reinauguración
En noviembre de 2016, la empresa constructora Creaurban S.A. firmó el contrato de ejecución de obra con la Subsecretaría de Obras Públicas de la Nación y dio inicio a la ejecución de tareas el 2 de enero de 2017.
Lamentablemente, en noviembre de 2018, se efectivizó una importante reducción del contrato original, que impactó directamente en las obras planificadas para el interior de la basílica, por lo que la intención de restaurar once retablos, la puesta en valor con reconstitución de teselas del solado de gres cerámico, la reintegración de faltantes de mármol y limpieza de las dos urnas funerarias, el sonido, la detección de intrusos e incendios, fueron desestimados, a pesar de ser todos ellos temas relevantes para la realización de celebraciones y el cuidado del patrimonio.
Con el tiempo, y a partir de distintas solicitudes de los frailes, se logró restituir el contrato para la restauración de dos retablos, el púlpito y el altar de celebración, un nuevo sistema de detección de incendios, la optimización de los desagües pluviales, la puesta en valor de la fachada exterior sobre la calle Moreno, y la limpieza de la imaginería de los retablos y hornacinas, junto a los tres tapices.
Todas las tareas fueron supervisadas por la Subsecretaría de Obras Públicas y la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos.