El obispo de San Isidro y presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea compartió su reflexión pastoral para el quinto domingo del tiempo ordinario y domingo en que se celebró también la primera memoria litúrgica del beato cardenal Pironio.

A la luz de la Palabra, en el comienzo de su reflexión, el prelado aseguró: “En el evangelio de hoy sobresale la curación de la suegra de Pedro, que estaba en cama con fiebre. Jesús se inclina y le extiende la mano para levantarla; no la mira desde arriba, se pone a su nivel y la levanta y ella como respuesta se pone a servirlo, es decir, ella sigue la misma corriente de aquel que le había tendido la mano, como si dijera: ‘Jesús me tendiste la mano para que yo se la pueda tender a otro’. Qué maravilloso es este ejemplo de caridad y de servicio”.

Mons. Ojea recordó, en relación a la primera fiesta litúrgica del beato Pironio: “Recuerdo como si fuera hoy, en el seminario, una predicación sobre este mismo Evangelio en la cual Pironio se detenía en el hecho de que al final de ese día, trajinado por haber estado en medio de su pueblo, inmerso en aquellas personas que le exponían su enfermedad, su necesidad, que querían que los tocara, que lo sanara, Jesús se retira finalmente a la oración para llevarle al Padre todo aquello que había hecho durante el día”.

Hacia el final de su reflexión, monseñor Ojea, destacó: “Qué bueno que en este año de la oración, al que el Papa Francisco nos ha convocado, podamos hacer como Jesús al final del día: Llevarle al Señor todo lo que hemos hecho; con sus imperfecciones, con sus limitaciones; pero aquello que hemos hecho de corazón para poder tender la mano, como la suegra de Pedro, del mismo modo que el Señor nos ha tendido la mano a nosotros, recordando de este Evangelio ese gesto de dulzura, ese gesto de amor, de cariño, de poder levantar al que está postrado. Que el Señor así nos lo conceda”.