En su reflexión semanal, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, recordó que “después de la muerte de Juan Bautista, Jesús se retiró a Galilea y predicaba el Evangelio; usaba esta palabra ‘El tiempo se ha cumplido’. Él se presenta como la plenitud de la promesa para Israel y para el mundo”.

“San Juan de la Cruz dice que ‘Dios nos dijo todo cuando nos dio la palabra Jesús’ y después se quedó mudo; él es el Hijo, la Palabra de Dios y después se quedó mudo, no tenía más que decir, por eso Jesús es el centro de la vida del cristiano; la fe es un encuentro profundo con Él”, destacó.

 “Continúa el Evangelio de Marcos contándonos que Él vio a dos parejas de hermanos, esta actitud de dejarse mirar por Jesús, de dejarse seducir en estos relatos de la primera llamada, esta necesidad de salir nosotros del centro, de ser el eje de nuestra vida, para hacerle lugar a Él”, profundizó.

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina aseguró que “es tan fuerte este llamado, es tan fuerte esta presencia, que la vida de los apóstoles va a cambiar radicalmente”.

“El Evangelio nos dice que estos pescadores dejaron sus redes, no solo su trabajo, sino podemos decir dejaron de estar enredados; muchas veces el mal espíritu nos enrieda en una serie de confusiones, perdemos sencillez, perdemos simplicidad; el Señor nos llama al amor total a Dios y al servicio del prójimo, no podemos dejar esas banderas que son claves en el cristianismo”, planteó.

“El Señor nos cambia la vida como se las cambió a esas dos parejas de hermanos; dejando estos enredos que a veces nos nublan la mirada y nos impiden ver a Jesús, a ese Jesús que está en el centro del Evangelio, podemos abrirlo y encontrarnos con Él, a ese Jesús que nos habla cada día a través de las cosas que pasan”, aseguró.

Asimismo, señaló que “Jesús que nos habla también a través de los sacramentos, este Jesús que nos permite llegar a él y adorarlo, hacerlo el centro de nuestra vida, requiere abandonarnos a nosotros mismos también”.

Hacia el final de su reflexión, monseñor Ojea indicó que “el texto paralelo de Lucas, cuando dice que los apóstoles dejaron las redes y dejaron a su Padre, dice: ‘Abandonándolo todo lo siguieron’; y ese abandonándolo todo es abandonándose a sí mismos”.

“Qué importante es correr ese riesgo de dejar de ser nosotros el centro de interés de nuestra vida para obtener poder, dinero; lo que a nosotros nos interesa, aquellos que creemos que nos hace felices, para poder entrar en el centro del mensaje de Jesús: el amor a Dios y el amor al prójimo. Que podamos dejarnos mirar por Él, junto al lago de Galilea, y poder comenzar nuevamente el camino de nuestra vida, teniéndolo a Él como centro”, concluyó.