Al acercarnos al final del año, y pocos días después de haber celebrado la Navidad, resuenan las palabras que el Papa Francisco pronunció en su homilía, en la Santa Misa de Nochebuena que presidió en la Basílica de San Pedro. Este viernes, 29 de diciembre, el Santo Padre nos recuerda en un post publicado en su cuenta de X que, la Navidad no es una mezcla de afectos melosos y de consuelos mundanos, sino la inaudita ternura de Dios que salva el mundo encarnándose.
El riesgo de una Navidad con una idea pagana de Dios
En esa noche Santa, el Pontífice invitaba a reflexionar sobre la trama humana del censo que atraviesa la historia, en la cual el beneficio del mundo se confronta con la encarnación de Jesús. Y advertía del riesgo de vivir la Navidad con una idea pagana de Dios, con esa falsa idea de un dios útil solo para resolvernos los problemas y quitarnos los males.
“Él, en cambio, no usa la varita mágica, no es el dios comercial del ‘todo y ahora mismo’; no nos salva pulsando un botón, sino que Él se acerca para cambiar la realidad desde dentro”.
Volver nuestra mirada al Dios vivo y verdadero
Y ante esta idea mundana de un dios alejado y controlador, el Santo Padre invitaba a volver nuestra mirada al Dios vivo y verdadero, al que esta más allá de todo calculo humano; a él, que borra el pecado cargándolo sobre si, a él que no elimina los problemas, sino que les da una esperanza más grande, a él que nos salva.
“Miremos al Niño, miremos su cuna, contemplemos el pesebre, que los ángeles llaman la «señal». Es, en efecto, el signo que revela el rostro de Dios, que es compasión y misericordia, omnipotente siempre y sólo en el amor. Se hace cercano, tierno y compasivo, este es el modo de ser de Dios: cercanía, compasión, ternura”.
Él, que se hizo carne, espera tu corazón abierto y confiado
Este es el asombro de la Navidad, subraya el Papa, que Dios se hizo carne, y en la fragilidad de nuestra carne ha cambiado la historia. Por ello, ante nuestras fragilidades, caídas, problemas, y pecados no debemos sentirnos fracasados sino dejar la iniciativa a Jesús, que nos dice: “Por ti me hice carne, por ti me hice como tú”.
“Como los pastores, que dejaron sus rebaños, deja el recinto de tus melancolías y abraza la ternura del Dios Niño. Y hazlo sin máscaras, sin corazas, encomiéndale a Él tus afanes y Él te sostendrá. Él, que se hizo carne, no espera de ti tus resultados exitosos, sino tu corazón abierto y confiado”.
Por ello, antes de terminar el año el Papa Francisco nos recuerda que esa noche el amor cambia la historia y pide al Señor que creamos en el poder de su amor, tan distinto del poder del mundo.