El obispo de Formosa, monseñor José Conejero Gallego, aseguró que, “en medio de las realidades transitorias en que vivimos, inciertas y complejas, e incluso adversas, como en el momento presente, hay motivos para agradecer a Dios al ser visitados por la Alegría y la Esperanza de este tiempo litúrgico a celebrar”. 

“Ya que el amor auténtico y verdadero es siempre recíproco es, por tanto, natural y lógico preguntarnos: ¿cómo correspondemos nosotros a este gran amor de Dios?”, planteó en el editorial del periódico diocesano digital Peregrinamos.

“Sí, la gloria sólo a Dios, porque sólo Tú eres santo, sólo Tú, Señor; por tanto, nadie ni nada, ni personas ni ideologías socio-políticas deben ocupar el puesto de Dios, ya que sólo a Él debemos adorar y obedecer. Y, a la vez, buscar y ser constructores de paz y fraternidad entre todos, superando enemistades, rivalidades y egoísmos mezquinos, que fracturan y dividen la convivencia y la amistad social”, reflexionó.

En esta nueva etapa de la vida social del país que está por iniciar, el obispo formoseño pidió al Señor “el don de la serenidad, de la escucha y del diálogo fraterno, el discernimiento y la fuerza necesaria para construir juntos la paz; que es el  gran designio de Dios para los hombres”.

“Obviamente, será necesario reconocer y procurar vivir sus exigencias esenciales, para poder así alcanzarla, a saber: la verdad, la justicia, el amor y la libertad”, sostuvo, citando las enseñanzas de san Juan Pablo II

Monseñor Conejero invitó a reconocer, con sinceridad y humildad, “los extravíos, en estos últimos años, concretizados y materializados en leyes perversas, antinaturales, justificándolas con falsos humanismos progresistas, convertirnos y rectificar. Recordamos también los cuatro principios o 'valores no negociables', señalados tan frecuentemente por el papa Benedicto XVI":

  • -El respeto y la defensa de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural.
  • -La familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer.
  • -La libertad de educación de los hijos.
  • -La promoción del bien común en todas sus formas.

“En estos últimos meses, venimos rezando en nuestras comunidades cristianas, con mayor frecuencia e intensidad, la Oración por la Patria, súplica en la que expresamos la necesidad de la presencia de Jesucristo, Señor de la historia, y en la que confirmamos nuestra pasión por la verdad y el compromiso por el bien común”, concluyó.