El cardenal Luis Pascual Dri OFMCap, confesor en el santuario mariano del barrio porteño de Pompeya, recibió el 11 de octubre el birrete, el anillo y el título cardenalicios de parte del nuncio apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk, durante una celebración eucarística en la catedral metropolitana de Buenos Aires.

El fraile capuchino de 96 años, quien por razones de salud no viajó a Roma para el Consistorio del 30 de septiembre, es uno de los tres nuevos purpurados argentinos creados por el Papa Francisco. Los otros son el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y el cardenal Ángel Sixto Rossi SJ, arzobispo de Córdoba.

La misa en la que el cardenal Dri recibió los atributos cardenalicios fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, a quien el religioso suele confesar habitualmente en el santuario de Nuestra Señora de Pompeya.

En la homilía, el arzobispo porteño destacó cómo la vida del nuevo cardenal, considerado un “gran perdonador” y a quien el pontífice pone como ejemplo a los demás confesores, es un reflejo del Evangelio y de la alegría de quienes creen en Cristo.

“El cardenal Dri, en esa mesa sencilla de Pompeya, donde nos hace saborear el manjar suculento de la misericordia divina, también nos muestra que Él es un testimonio vivo de la alegría del Resucitado”, destacó.

Al finalizar sus palabras, monseñor García Cuerva le regaló, en nombre de los presentes, una planta de girasoles al religioso cardenal. “Al padre Luis le gustan los girasoles. Dice que siempre buscan la luz del sol, pero en días nublados se miran unos a otros, buscando cada uno la energía del otro”, contó. 

“Nos enseñaste a ser como los girasoles: cuando los días son nublados, a mirarnos a los ojos y darnos fuerza”, le agradeció el arzobispo.

La misa fue concelebrada por el arzobispo emérito de Buenos Aires, cardenal Mario Poli; los obispos auxiliares porteños Gustavo CarraraJoaquín Sucunza y Ernesto Giobando SJ; el obispo auxiliar de La Plata y secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Alberto Bochatey OSA; el obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera; el arzobispo emérito de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan; y el obispo emérito de Venado Tuerto, monseñor Gustavo Help.

También lo hicieron unos quince sacerdotes, entre ellos el superior de los capuchinos en la Argentina, padre José Luis Cereijo OFMCap; el consejero de la Nunciatura Apostólica, monseñor Daniele Liessi; y el rector de la catedral metropolitana, presbítero Alejandro Russo.

El padre Cereijo leyó una carta del superior general de los Hermanos Menores Capuchinos, fray Roberto Genuin OFMCap.

Al finalizar la celebración eucarística, los obispos, sacerdotes, religiosas, frailes y los fieles presentes aplaudieron al nuevo cardenal y lo saludaron con afecto.

El escudo del cardenal Dri, refleja su vocación franciscana y sacerdotal.

La boca del escudo es llamada en heráldica “boca cáliz”, y refleja su vocación sacerdotal.

El campo del escudo es azul (azur en heráldica), símbolo del manto de la Virgen Inmaculada, Patrona de la Seráfica Orden Franciscana, bajo cuyo manto siempre se refugió. La estrella de 8 puntas en dorado, es símbolo de la Virgen del Rosario de Nueva Pompeya, que es en su vida como la estrella de los marineros, quien siempre lo guió, e iluminó.

Como pieza principal está el escudo de la Orden Franciscana (Cruz, mano siniestra de San Francisco estigmatizado, y diestra de Nuestro Señor crucificado) tiene su primera aparición en el escudo de San Buenaventura, primer Cardenal de la Orden de los Menores.

Como divisa, el Padre Dri eligió el texto bíblico del libro de Joel 2,13; (Cf. Ex 34,6-7; Sal 103,8): “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad’.

Así como Dios es compasivo y misericordioso, Fray Luis Dri, hecho a imagen y semejanza de Dios, siempre tendió a ser reflejo de su Amor, buscando ser como El, compasivos y misericordiosos a través del sacramento de la Reconciliación y la penitencia. Por eso, la misericordia y la compasión son la mayor expresión del amor de él como Pastor.

La cinta es en color azul, reflejando nuevamente el amor de María, y las letras del emblema son en color piel, símbolo de la humanidad. Timbra el escudo el capelo distintivo de los cardenales en color rojo (gules heráldico), símbolo de la disposición para actuar con valentía, incluso hasta el derramamiento de su propia sangre, por el incremento de la fe cristiana, por la paz y la tranquilidad del pueblo de Dios y para la libertad y el crecimiento de la Santa Iglesia Romana.