"Santa Josefina Bakhita, con su ejemplo", dijo el Papa Francisco, "nos muestra el camino para finalmente liberarnos de nuestras esclavitudes y de nuestros miedos, desenmascarar nuestras hipocresías y egoísmos, superar resentimientos y conflictos, reconciliarnos con nosotros mismos y encontrar la paz en nuestras familias y comunidades, y nos ofrece una luz de esperanza en estos tiempos difíciles de desconfianza hacia los demás".

El Papa Francisco ofreció ese recordatorio, al reflexionar sobre la santa sudanesa durante su audiencia general del miércoles en la Plaza de San Pedro, continuando su serie de catequesis sobre figuras de la Iglesia que han encarnado el celo apostólico, dirigiéndose una vez más al continente africano.

'Oremos por el pueblo de Sudán'
El Santo Padre comenzó recordando los orígenes de la santa en Sudán, y evocó la actualidad de este país: "Lamentablemente, Sudán está desgarrado desde hace meses por un terrible conflicto armado del que hoy se habla poco. ¡Oremos por el pueblo sudanés, para que pueda vivir en paz!"

A pesar de ese sufrimiento, insistió el Santo Padre, la fama de santa Josefina Bakhita traspasó todas las fronteras y ha llegado a todos aquellos a quienes se les niega la identidad y la dignidad, e instó a los fieles a dejarse inspirar por el "poderoso testimonio" de santa Bakhita.

Nacida en Darfur, Sudán, recordó el Papa, Josefina fue secuestrada cuando era niña y vendida como esclava. A pesar de la violencia y los terribles sufrimientos que soportó, observó, ella nunca se desesperó. 

El Santo Padre recordó cómo el crucifijo la sostuvo, señalando que un día su tutor le regaló un pequeño crucifijo y ella, que nunca había poseído nada, lo guardó como "un tesoro".

En la Cruz de Cristo, sugirió el Santo Padre, ella descubrió la fuente "de un amor misericordioso, que afirma nuestra dignidad innata como hijos de Dios, trae verdadera libertad y nos permite perdonar y amar a quienes nos hacen daño".

La experiencia de la misericordia y el perdón de Dios, subrayó el Papa, inspiró a Josefina a dedicarse a Cristo como religiosa y a servir a los demás con humildad y desinterés en su nuevo país, Italia. 

La vida de santa Josefina Bakhita, recordó, "revela el poder de la gracia de Dios para transformar vidas", "para resolver conflictos" y para lograr "la justicia, la reconciliación y la paz, tan necesarias en nuestro tiempo".

"Queridos hermanos y hermanas", dijo el Papa, "el perdón no quita nada, sino que añade dignidad a la persona. Nos hace mirar de nosotros mismos a los demás, para verlos tan frágiles como nosotros, pero siempre hermanos y hermanas en el Señor."

"El perdón -prosiguió- es fuente de un celo que se convierte en misericordia y llama a una santidad humilde y alegre, como la de santa Bakhita".