El aire se corta con navaja por estas horas en el mundo Boca. La arena empieza a caer del reloj con más velocidad y el pitazo del uruguayo Andrés Matonte, que dará comienzo a la revancha de la semifinal de la Copa Libertadores contra Palmeiras, está a la vuelta de la esquina. El universo de Brandsen 805 coincide, casi por unanimidad, que este es el partido más importante del calendario por todo lo que se juega el Xeneize, en general, y el entrenador Jorge Almirón, en particular.

El DT camina por una cornisa peligrosa desde hace algunas semanas. Los estadísticas no lo favorecen en absoluto: ganó dos de los últimos 13 partidos y marcha undécimo en la Zona B de la Copa de la Liga. De hecho, se encuentra más cerca en puntos del puesto 14, que hoy lo ocupa Lanús con tres unidades, que del primer lugar, cuyo dueño es Racing Club.

Lo único que sostiene la paciencia del hincha con el entrenador es su actuación en la Copa Libertadores. Si bien llegó a la semifinal sin llevarse ninguna serie en los 90 minutos, lo que lo convierte en el primer equipo en lograrlo con el formato moderno implementado en 1989, se volvió una tromba en las tandas de penales a raíz del trabajo silencioso de Fernando Gayoso. Se llevó las tres que disputó este año (Nacional, Racing y Almagro) gracias a la infalibilidad de Sergio Romero, quien atajó 10 de los 19 que le patearon, y la efectividad de sus pateadores, como Valentín Barco, Marcos Rojo y Exequiel Zeballos, entre otros.

El fútbol es tan indomable -"dinámica de lo impensado" diría el periodista Dante Panzeri- que Almirón está a dos partidos de sentarse en el trono que ocuparon alguna vez Juan Carlos Lorenzo (1977 y 1978), Carlos Bianchi (2000, 2001 y 2003) y Miguel Ángel Russo (2007), los únicos directores técnicos que lograron alzar el trofeo continental en el banco azul y oro.

Pero como el fútbol es uno de los deportas más volátiles también, Almirón está a dos duelos de quedar en la cuerda floja de cara al año que viene. Aunque ya jugó una final de América con Lanús versus Gremio en 2017, la semi frente a Palmeiras será un encuentro bisagra que podría definir el rumbo de su carrera.

Por otra parte, su relación con los simpatizantes atraviesa su momento más turbulento. Algunos no estuvieron de acuerdo con el equipo alternativo que paró para el Superclásico vs. River, que terminó con derrota por 2-0 en La Bombonera, porque sintieron que "regaló" los primeros 45 minutos. A pesar de poner a los suplentes desde el arranque, en el entretiempo cambió el plan y mandó a la cancha a Barco, Cristian Medina y Ezequiel Fernández, tres futbolistas titulares que jugarán la revancha en Brasil. Este tipo de modificaciones no le terminan de cerrar al hincha y erosionaron un vínculo que está en el límite entre el amor y el odio.

La Copa Libertadores se ha vuelto una obsesión para el cuadro de la Ribera en los últimos años. Desde que Juan Román Riquelme lideró al conjunto de Russo a la sexta conquista en el 2007, llegó cuatro veces a la semifinal (2008, 2016, 2019 y 2020, sin contar la actual edición) y dos a la final (2012 y 2018), pero nunca pudo repetir la hazaña. Fluminense, Corinthians, Independiente del Valle, Santos y River por duplicado le impidieron acariciar la Copa.

El actual certamen encuentra al Xeneize nuevamente ante la chance de igualar a Independiente como máximo ganador del trofeo, con siete. Y la noticia positiva es que tiene un historial favorable frente al Verdao, porque lo eliminó en las últimas tres ocasiones que se enfrentaron en las rondas decisivas. Si logra clasificar a la final en el Maracaná de Río de Janeiro, estaría a nada de terminar con una sequía que ya acumula 16 años.

A pesar de las cuestiones relacionadas con la gloria, el Xeneize necesita asegurarse el pase a la próxima Libertadores. Se posiciona en el quinto lugar de la tabla anual, a dos puntos de Defensa y Justicia, y todavía no posee el boleto para la Copa del 2024. Es cierto también que cuenta con la posibilidad de hacerlo a través de la Copa Argentina, competición que lo tiene en los cuartos de final, y de la actual Copa de la Liga, pero quedarse con el máximo trofeo sudamericano sería la forma más directa de conseguirla.

En otro camino, el cuadro de la Ribera gozaría de un oneroso premio económico que le serviría para el mercado de pases de enero. Si se consagra campeón, se adjudicaría un total de 18 millones de dólares, un monto que supera, por poner un ejemplo, la venta de Alan Varela Porto. De todos modos, en caso de que salga subcampeón, también recibirá una recompensa, pero de 7 millones. Las arcas y las vitrinas de Boca desean, casi de manera imperiosa, que se concrete la obtención de la séptima conquista de América.