Dar la mano es un gesto de fraternidad y vivir como hermanos es una profecía. El Papa Francisco sonríe mientras habla, dirigiéndose a una audiencia que ha hecho de esta profecía su misión. El segundo día del Santo Padre en Marsella se abre con un encuentro privado con algunas personas que atraviesan graves dificultades económicas y se desarrolla en la Casa de las Misioneras de la Caridad, las religiosas de Madre Teresa de Calcuta, en Saint Mauront.

Vivir como hermanos

“Gracias por su acogida – les dice Francisco – todos somos hermanos, esto es importante: la fraternidad". Muchas veces nuestras civilizaciones, continúa, seguido atentamente por las religiosas y los invitados, "nos llevan a vivir como enemigos o como extraños". El gesto profético es vivir como hermanos: ¡esto es una profecía!", la de una fraternidad que va más allá de "pensamientos políticos y religiosos". El saludo del Papa es un fuerte agradecimiento a las religiosas, "gracias por su testimonio - les dice - y estoy feliz de estar aquí".

Acogida a los pobres

Sor Crosvita escucha con emoción al Papa: desde hace dos años, en Marsella, ella y sus hermanas dirigen un comedor social para los pobres, que acoge a 50 personas a la vez, 3 o 4 veces al día, de 9.30 a 11.30 y en un día puede atender hasta 250 personas. “Son pobres – explica la religiosa – algunos viven en la calle, recientemente hay un grupo de personas que han llegado de Sudán, no tienen dónde quedarse, duermen en la calle. Luego también hay gente que, si tiene dónde dormir, no tiene cómo comer, los encontramos aquí desde primera hora de la mañana".

Ver a Cristo en el otro

Entre los que hacen cola para comer, además de los inmigrantes, también están los franceses, "personas que han tenido problemas y que no pueden mantenerse a sí mismos". Las religiosas no hacen preguntas, acogen y extienden la mano. “Simplemente cuando les preguntamos cómo estás te empiezan a decir y eso es bueno para ellos porque no tienen con quién desahogarse, a veces también hay confusión, pero siempre es por eso, porque está la angustia de no poder hacerlo y tienen necesidad de desahogarse con alguien, a veces hablando, otras veces están un poco más agitados."

Esta es la profecía de acogida y de fraternidad que Sor Crosvita y sus hermanas testimonian al Papa, a quien le hablan de su misión: “Viendo a Cristo en el otro, en las otras personas, cualquier persona que se acerca a nosotros y con quien nos encontramos es Cristo”.