La Misión Eucarística Argentina se inició el 2 de agosto de 2014, con los laicos Martín Fernández Hileman y Cecilia Bertoli, y la bendición de monseñor Enrique Eguía Seguí, y en la actualidad se extiende por diferentes jurisdicciones del país, como la Diócesis de Concordia (Entre Ríos) donde, en la parroquia Nuestra Señora de Pompeya, el presbítero José David Zabaleta y el matrimonio de Rosana y Daniel Alfonso la llevan adelante junto con otros misioneros de la comunidad.

AICA conversó con los animadores de esta iniciativa, para conocer la historia de esta importante misión que viene recorriendo el país desde hace casi una década.

Los primeros pasos
Previamente al inicio de ella, Cecilia vivía un proceso de conversión que la llevó a descubrir la presencia de Jesús en la Eucaristía: “Era de familia católica pero no tenía una fe viva ni era practicante; tuve entonces una crisis de vida muy fuerte y ahí descubrí este regalo y esta sorpresa, de que Jesús estaba realmente vivo en la Eucaristía. Desde ese momento, empecé a ir todos los días a la adoración, a misa, a frecuentar los sacramentos, a tener una amistad tierna y profunda con Jesús, de sentirlo presente”.

Frente a ese regalo de reconocer la presencia de Jesús en su vida, se planteó: “Si yo estaba en la iglesia y no sabía que Jesús estaba vivo, capaz que muchas personas no lo sabían tampoco”. A partir de allí, comencé a pensar “cómo acompañar a Jesús y, sobre todo, a las personas que tal vez no pueden llegar a una iglesia, a las personas que viven en la periferias, que están en los hospitales, que no tienen la posibilidad de ir caminando”. Ante esta idea, se sumó el artista plástico Carlos Montani: “Ya éramos amigos, le conté lo que quería hacer y él nos regaló una custodia misionera, que tiene una simbología hermosa”.

Con esa idea formándose en su corazón, buscó quién pudiera acompañarla en esa misión: “Lo contacté a Martín, con quien nos habíamos conocido el 2 de agosto de 2014, en la basílica del Santísimo Sacramento en Buenos Aires, cuando monseñor Eguía Seguí bendijo la custodia misionera, y nos dijo: '¡Vayan!', y a partir de ahí asumimos juntos esa misión”.

Desde 2010, Martín había participado, junto con otros misioneros, de la fundación de capillas de adoración perpetua en distintas partes del país, lo que les dio muchos contactos. Al respecto, testimonió: “Cuando terminamos la etapa de esa misión, estaba discerniendo a donde me volvía a llamar Jesús, y apareció esta otra misión, que me tocó muy fuerte el corazón y me llamó mucho el hecho de poner a Jesús Eucaristía en el corazón de la Argentina, para dar gracias por los 200 años de la patria, para preparar el congreso eucarístico, y qué mejor que hacerlo con estas misiones eucarísticas, con Jesús Eucaristía por todo el país, especialmente saliendo a las periferias existenciales. Fue todo muy providencial”.

Juntos, escribieron un primer documento de la Misión Eucarística por Argentina, a pedido de monseñor Eguía Seguí, que luego se presentó en la 168ª Reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina, llevada a cabo del 12 al 14 de agosto de 2014, con el objetivo de preparar el Congreso Eucarístico Nacional de 2016. “Fue la Misión Eucarística -con mayúsculas-, con la que anunciamos y rezamos por el Congreso Eucarístico”, expresó Cecilia.

Con la aprobación del arzobispado de Buenos Aires, iniciaron la misión en la fiesta de la Asunción de María, el 15 de agosto de 2014, en la parroquia San Ignacio de Loyola de la ciudad de Buenos Aires. Desde allí, se extendió a varias regiones del país: barrios de la ciudad de Buenos Aires y localidades del Gran Buenos Aires; por las ciudades de Luján y San Nicolás de los Arroyos (provincia de Buenos Aires), Río Cuarto (Córdoba), Concordia (Entre Ríos), Embarcación (Salta) y Ushuaia (Tierra del Fuego), entre otras. También, la misión alcanzó la ciudad de Talca, en la región norte de Chile. 

Continuando con el diálogo, Cecilia recordó entre risas que, en ese entonces, un sacerdote de la Diócesis de Concordia, el presbítero José David Zabaleta, “quería que le dejemos la custodia, que él podía encargarse de misionar con ella durante un mes y, luego de conversarlo, y con un artesano de Entre Ríos, se hizo una réplica de la custodia misionera, que el 12 de septiembre de 2015 bendijo monseñor Luis Collazuol, el entonces obispo de Concordia”. Con ese acto, nació el primer equipo misionero diocesano, compuesto por el padre José y el matrimonio de Rosana y Daniel Alfonso.

Esa misión lleva ya 8 años dentro de la diócesis y, especialmente, en su comunidad de Nuestra Señora de Pompeya, con la fundación de una capilla de adoración perpetua, con actividades misioneras y saliendo con Jesús en procesión por las calles, al encuentro de las diferentes comunidades de la diócesis y las periferias.

Rosana comenzó diciendo que esa misión “es el llamado de llevar a Jesús a nuestros hermanos, y muchos sacerdotes nos acompañaron, y eso nos permitió compartir con muchos hermanos de la diócesis; también, monseñor Collazuol nos dijo: “Sigan llevando a Jesús”, y eso nos motivó a seguir misionando. Llevamos a Jesús al psiquiátrico, a asilos de ancianos, a colegios, y todas estas experiencias nos quedaron grabadas en el corazón y, si Dios lo permite, seguiremos misionando”. A su vez, compartió la alegría de ser laicos y de servir a Jesús: “Nos ha mirado, a Daniel y a mí, Él está en medio nuestro a partir de nuestro casamiento. Yo siento su amor y quiero transmitirlo, darlo a conocer, y no callar. Él es todo”

La importancia de misionar
Daniel, por su parte, señaló que misionar “se trata de confiar en Jesús, adonde Él te envía. Esta también es una gracia que tenemos gracias al P. José, de poder llevar a Jesús a los más necesitados”, y continuó: “Jesús es todo para mí, y siempre está en primer lugar, hasta antes que la familia. Siempre le digo a mi hijo que lo ponga a Él en primer lugar, ya que Dios nos ama, y siempre nos está llamando y está con nosotros”.

El pade Zabaleta compartió que también durante la pandemia salieron a misionar por las calles de los barrios, con un permiso de la municipalidad, y que Dios les regaló incontables gracias, entre las cuales señaló: “El primer fruto de salir con Jesús es que la misma gente nos pedía que sigamos saliendo por el barrio, por el bien que hace Jesús, como dice la escritura, Él pasó haciendo el bien (Hch. 10,38), y en esa experiencia uno ve la gran fe de la gente y aún hermanos de otras religiones, ves su respeto ante el paso de Jesús. En cuanto a la capilla de adoración perpetua en sí, siempre es un desafío, pero hay un fruto de perseverancia, porque siempre se han podido cubrir los horarios. Hubo un gran crecimiento del sentido de la adoración en el laicado y eso es un fruto muy hermoso”.

A su vez, el padre José mencionó que, en la actualidad, las actividades retomaron su ritmo habitual, pero la presencia de Jesús no pasa desapercibida: “Con un buen equipo de sonido, vamos haciendo reflexiones, cantos y pidiendo de acuerdo a la realidad de la institución, como la cárcel, un sanatorio, un hogar de ancianos, el centro 'Juan XXIII' de recuperación de las adicciones, que acompañamos con la pastoral de las adicciones. Es decir, Jesús vivo y presente en la Eucaristía, y Jesús vivo y presente como nos va a pedir en el juicio final, en los más necesitados”.}

Refundar con Jesús nuestra patria argentina
En palabras de Martín, el objetivo de esta misión es “refundar con Jesús nuestra patria argentina y poner en el corazón de nuestro país, en nuestros corazones, a Jesús Eucaristía. En Jesús, que se hace eco de nuestras necesidades y especialmente, inflama nuestros corazones con su amor eucarístico, que nos impulsa a transformar la sociedad, desde la vocación de cada uno, a partir del encuentro vivo, intimo y personal con Jesús en la Eucaristía”.

Para Cecilia, ser misionera de la Eucaristía es “ir a la aventura con Él. Es el regalo más grande del mundo, como inmerecido y es un misterio. Y, probablemente muchas personas no saben que está vivo de verdad, que es una Persona real, que su Corazón está latiendo, que su sangre está corriendo, que está todo Él en la Eucaristía, que podemos ir a estar con Él, que podemos estar cara a cara. Esta es una realidad, que la Iglesia tiene esta Fe, y Jesús quiso quedarse de esta manera acá en la tierra. Ser misionera de Jesús vivo en la Eucaristía es, de alguna manera, estar palpitando el cielo”.

Quienes sientan el llamado a misionar llevando a Jesús Eucaristía en sy comunidad y a las periferias, se pueden poner en contacto con Cecilia Bertoli, del equipo nacional, al +54 9 11 4526-6173. En Entre Ríos, el contacto es Rosana Alfonso, del equipo diocesano de Concordia: +54 9 3454 06-5615.

Para conocer más sobre la Misión Eucarística por Argentina, ingresá a: www.misioneucaristica.org

También se pueden conocer las vivencias de la misión en el libro Te comparto lo vividohttps://www.misioneucaristica.org/tecompartolovivido.