Monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro, reflexionó sobre la parábola del servidor “impiadoso”, que es largamente perdonado por el Rey, pero que se niega a perdonar a un par suyo que le pide perdón. “Es una manera de ilustrar aquella parte del Padrenuestro en la que rezamos ‘perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden’”, graficó.

“En el caso de este servidor, el Rey le había condonado una deuda importantísima, se lo pidió postrado a sus pies y le perdonó toda la deuda; y de pronto aparece un par, un compañero, otro servidor con una deuda muchísimo menor y él se niega a pagársela”, relató.

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina recordó que “el perdón es la forma más perfecta del amor”, y preguntó: “¿Qué nos pasa con el perdón?”.

“Tenemos como un corazón de hierro para con las ofensas de los demás y un corazón de carne y muy permisivo para aquellas ofensas nuestras; siempre pensamos que son menores. Nos pasa también que nos victimizamos”, agregó, y planteó: ¿Cuántas veces nos han ofendido y revolvemos en las palabras que han utilizado para ofendernos?” 

“Volvemos sobre las circunstancias, cuando estamos distraídos volvemos a recrear todo un escenario en el que nos colocamos como víctimas y pensamos que se aumenta allí, en ese corazón, la rigidez, la frialdad, la inflexibilidad, como si el rencor se amontonara y requiriera, a medida que pasa el tiempo, mayores satisfacciones, mayores modos de reparar; nos victimizamos, es como si encontráramos un cierto solaz en esto”, afirmó.

Ante esto, el obispo sanisidrense diferenció: “En cambio, cuando podemos perdonar, nos sentimos más livianos de equipaje, estamos más libres; no sentimos el peso de aquello que nos deben, de aquello que estamos continuamente reclamando, demandando y protestando de aquello que nos amarga porque pensamos que han sido injustos con nosotros”.

“Cuando podemos perdonar de corazón, cuando nos ponemos en el lugar del otro, cuando tomamos distancia, cuando pensamos en la historia que ha motivado las distintas causales por las cuales puede haber llegado a esta actitud que ha terminado ofendiéndome, si podemos hacer eso, verdaderamente nos sentimos hombres libres”, aseguró.

Por último, monseñor animó a pedirle a Dios “poder rezar bien el Padrenuestro en todas sus palabras y, especialmente, en aquellas que nos dicen: ´perdonarnos como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden´”.

“El Señor va a ser rotundo en esto respondiendo a la pregunta de Pedro: ‘¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peca contra mí? Siete veces, no te digo siete, sino hasta 70 veces 7’, es decir, siempre. El Señor nos quiere libres, seamos libres de verdad”, concluyó.