Cada 28 de agosto, celebramod a San Agustín de Hipona, el célebre obispo de la antigüedad que encaminó a la filosofía y la teología por la ruta de la cooperación, de tal manera que quedaron sentadas las bases de la doctrina cristiana, como depositaria de la verdad -aquella que inquieta el corazón del ser humano y que se plenifica en el encuentro con lo divino.

Una de las lumbreras de la ciencia y el pensamiento cristianos, San Agustín nació en Tagaste (actual Argelia) el año 354. Hasta la edad de 33 años llevó una vida licenciosa y siguió la herejía de los maniqueos. A esa edad, gracias a las oraciones y lágrimas de su madre, Santa Mónica, se convirtió, recibió el bautismo de manos de San Ambrosio, y al poco tiempo fue ordenado sacerdote. Algunos años después fue hecho obispo de Hipona. Escribió numerosas obras como "Las Confesiones", "La Ciudad de Dios" y otras, testimonio del brillo y la profundidad de su pensamiento espiritual, que alcanzó alturas como el más genial de los doctores de la Iglesia y el verdadero padre de la teología. Murió en Hipona, África, el 28 de agosto del 430.