Santa Mónica: La madre de San Agustín nació en Tagaste, pequeña ciudad del norte de África, hoy Argelia, el año 333. Cuando Agustín era adolescente, Mónica quedó viuda. Su mayor dolor era saber que Agustín transcurría por el camino de la herejía y de una vida desordenada, influenciado por las costumbres de la disoluta Roma. Hizo grandes esfuerzos para convertirlo pero al ver su impotencia oraba y lloraba amargamente. "Noche y día mi madre oraba y gemía con más lágrimas que las otras madres derramarían junto al féretro de sus hijos", escribió San Agustín en sus "Confesiones". Agustín se convirtió y llegó a ser uno de los santos más grandes de la Iglesia. Santa Mónica, modelo de madre buena y cristiana, murió en Ostia, puerto de Roma, el año 387.