Fue el cuarto obispo de Jerusalén. De él habla el Evangelio en aquel episodio en que Zaqueo, por ser de pequeña estatura y queriendo ver a Jesús que pasaba por el lugar, subió a un sicomoro. Jesús entonces lo invitó a bajar y fue a comer a su casa. Zaqueo murió en Jerusalén el año 116, a edad muy avanzada. El 30 de octubre de 2016, en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco explicó el significado del pasaje bíblico sobre Zaqueo: “A veces nosotros buscamos corregir o convertir a un pecador riñendo, reprochando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios sigue viendo a pesar de todo, a pesar de todos sus errores”.

El jefe de los “publicanos”, es decir, de los recaudadores se convirtió al Cristianismo luego de que Jesús estuviera en su propia casa, a tal punto que fue el cuarto obispo de Jerusalén, luego de Santiago el Apóstol, Simeón y Justo.

Todo esto ocurrió luego del episodio al que hizo referencia el Papa y que narra el Evangelio según Lucas. Zaqueo vivía en Jericó, ciudad a la cual llegó Jesucristo poco antes de su entrada en Jerusalén. En Jericó “vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo (…). Él quería ver a Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces, se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo porque iba a pasar por allí” (Lucas, 19, 2-4).

Tal como explica el Papa Francisco, “era un rico colaborador de los odiados ocupantes romanos, un explotador de su pueblo”. Por curiosidad, también quería ver a Jesús, “pero su condición de pecador público no le permitía acercarse al Maestro”, dijo el Pontícife. Pero cuando pasó cerca del árbol, el Hijo de Dios levantó la vista y le habló al jefe de los “publicanos”.

“Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa” (Lucas, 19, 5). Sorprendido, el recaudador bajó del árbol y recibió a Jesucristo. “¿Por qué Jesús dice que es “necesario” que hoy me quede en tu casa? ¿De qué necesidad se trata? Sabemos que su deber supremo es realizar el designio del Padre (…). Y en este designio está también la salvación de Zaqueo, un hombre deshonesto y despreciado”, reflexionó el Papa Francisco.

En efecto, la multitud no entendió la actitud del Señor. Según Francisco, “Si Jesús hubiese dicho: “Baja, tú, explotador, traidor del pueblo. Ven a hablar conmigo para arreglar las cuentas”. Seguramente le hubiese aplaudido. En cambio, comenzaron a murmurar: “Jesús va a la casa de él, del pecador, del explotador”.

Zaqueo comienza a dar muestras de arrepentimiento y dice: “Ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres y, si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más” (Lucas, 19, 8). Jesús, guiado por la misericordia, dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lucas, 19, 9-10).