El arzobispo de Asunción y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), cardenal Adalberto Martínez Flores, durante el desarrollo del tradicional Tedeum en la catedral metropolitana con motivo del 486° aniversario de la fundación de la ciudad, brindó un mensaje dirigido al presidente de la República, Santiago Peña, y a las demás autoridades que asumieron este mismo 15 de agosto. En su homilía, el purpurado paraguayo afirmó que "lo opuesto al bien común es la corrupción".

En el acto religioso, al que asistieron Peña y su vicepresidente, Pedro Alliana, así como varios de los invitados al traspaso de mando, el cardenal sentenció que la Iglesia acompañará, "como madre y maestra, una gestión de Gobierno que busque y trabaje por el bien común, por la paz social, el desarrollo integral de todos y la soberanía de la familia, pero también cumplirá su "misión profética" de denunciar las acciones que atenten contra ello, con el objetivo de conmover la conciencia de los decisores políticos, para que ajusten su conducta a la ética social y a las bases constitucionales".

"La razón de ser de los gobernantes es el bien común. Por ello, consideramos necesario recordarles que la gestión del bien común no es un simple enunciado, sino un deber y compromiso ineludible de orden social, político, jurídico y moral", dijo Martínez.

"La corrupción debilita la institucionalidad democrática, hasta tal punto que la deja sin fuerzas para combatir la impunidad, la delincuencia, el crimen organizado, la mala educación y la deficiente atención a la salud, entre otros males que padecemos como sociedad", argumentó monseñor Martínez Flores.

También señaló que el país necesita "superar todo tipo de rivalidad y discordia, para construir el Paraguay que soñamos y necesitamos urgente”, y abogó por superar la soberbia y las arrogancias, y por fomentar la concordia, superar las rivalidades, propiciar el diálogo social y buscar consensos.

“La Iglesia tiene el derecho y el deber de acompañar el ser y quehacer de la vida nacional, aportando la riqueza de su enseñanza social, que nace del corazón del Evangelio”, manifestó en su reflexión.

Aprovechó la ocasión para parafrasear al Papa Francisco, quien en su momento habló sobre la relación de la Iglesia con la política, afirmando que aquella “no puede ni debe quedarse al margen en la construcción de un mundo mejor ni dejar de despertar las fuerzas espirituales que fecunden toda la vida en sociedad”. A la par, recordó las expresiones de san Juan Pablo II en su visita al Paraguay, al afirmar: “No se puede arrinconar a Dios en las conciencias ni a la Iglesia en los templos”.

“La Constitución de la República del Paraguay recoge en su Preámbulo uno de los principios fundamentales de la Enseñanza Social de la Iglesia, que es el reconocimiento de la dignidad humana, sobre la cual se fundamenta la democracia representativa, participativa y pluralista”, refirió el cardenal paraguayo, ante la atenta mirada de las autoridades presentes en la catedral.

Martínez también sostuvo que la persona humana “debe estar libre de la miseria, con una subsistencia segura, saludable y una ocupación estable”, además de participar en la vida pública “con responsabilidad y libertad, fuera de toda opresión y de toda indignidad”.

A su vez, mencionó que la vida misma debe ser garantizada, desde la concepción hasta la muerte natural, siendo esto “el fundamento de la democracia y del gobierno en el Paraguay, que debe consagrar y garantizar los derechos inherentes a esa dignidad”.

“Con esperanza, hemos tomado nota de los compromisos expresados públicamente por el Presidente de la República y que tienen relación con promover políticas públicas que posibiliten el logro del bien común de la nación, que es la vía idónea para el desarrollo humano integral y, por consiguiente, para lograr el desarrollo sostenible y la prosperidad del país”, indicó el arzobispo metropolitano, quien considera que el desarrollo “no se reduce al simple crecimiento económico” sino que debe ser “integral”.

Seguidamente, adelantó el acompañamiento de Iglesia Católica a una gestión de gobierno “que busque y trabaje por el bien común, por la paz social y el desarrollo integral de todos”. En paralelo, también exhorta a todos los órganos de gobierno y a las fuerzas políticas y sociales “a colaborar con ese objetivo, con sentido de patria”.

“La República se fundamenta en el equilibrio y mutuo control entre los poderes del Estado. Los exhorto de manera particular a cuidar con celo patriótico la independencia de la Justicia en todos sus niveles; a fortalecer el trabajo del Ministerio Público; a custodiar la integridad y credibilidad de los órganos extrapoderes, para lo cual es requisito que sus miembros gocen de notoria solvencia intelectual y moral”, agregó.

En otro momento del discurso, Adalberto Martínez pidió a los gobernantes tener especial cuidado de las personas más débiles, que puedan hallarse en condiciones de inferioridad y de vulnerabilidad para defender sus propios derechos y sus legítimos intereses.

“Invitamos a la esperanza. Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan. Gozamos de un espacio de libertad y de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, en vez de acentuar odios y resentimientos. No seamos parte de los juegos del poder perverso. Alimentemos lo bueno y pongámonos al servicio del bien”, puntualizó.

Finalmente, el cardenal paraguayo expresó su invitación a “abrirnos y despertarnos, para soñar y hacer realidad la quimera de un país más justo, solidario y equitativo”.