El Pontífice aseveró que “ninguno de nosotros está eximido de ser un buen samaritano” e invitó a los presentes a reflexionar sobre esta cuestión: “¿Cuántas veces se prefiere la pureza ritual a la cercanía humana?”.

Deteniendo la mirada en la figura del protagonista de la parábola evangélica también llamó a pensar sobre la actitud hacia los necesitados: “Les dejo la pregunta: ¿Qué cosas me hacen sentir compasión? ¿O vos tenés un corazón tan seco que ya no tiene compasión? Cada uno se responde”.

Antes de este ejercicio catequético del Pontífice, mantuvo un encuentro con los jóvenes miembros de Scholas Occurrentes, de confesiones diversas, que le interpelaron sobre diferentes cuestiones.

Aladino Dabo, joven musulmán proveniente de Guinea Bissau, quiso conocer el motivo por el que en esta organización de derecho pontificio personas de diferentes religiones son capaces de identificarse en común. 

El Papa explicó que la clave está en “un respeto no estático” sino dinámico, “que pone en marcha" para hacer las cosas de tal manera que puedas “escuchar al otro que tiene algo que decirte", y que el otro pueda "escucharte a vos, porque vos tenés algo que decirle”. 

“Scholas es un encuentro caminando, todos, del país que seas, de la religión que seas, son tanto mirar adelante y caminar juntos, eso es constructivo”, añadió.

En respuesta a Paulo Esaka Oliveira, joven evangélico, el Papa Francisco explicó que “una vida sin crisis es una vida aséptica”, como el agua destilada que, afirmó, “no tiene sabor a nada”.

En este sentido, añadió que estas situaciones “hay que asumirlas y resolverlas, porque quedarse en la crisis tampoco es bueno: es un suicidio continuo”. 

El Santo Padre considera que “las crisis hay que caminarlas, hay que asumirlas y raramente solo”. Por eso animó a “resolver cosas juntos, seguir adelante, y crecer juntos”. 

“Bueno, adelante, aunque sea para comer una feijoada”, bromeó el Pontífice para terminar.

La portuguesa católica Mariana dos Santos Barradas explicó en profundidad al Papa el significado del gran mural que decoraba la sede de Scholas Occurrentes bajo el título “Vida entre mundos” y que cubría las paredes y el techo del lugar.

La joven habló del caos y el Pontífice quiso disertar sobre la cuestión: “Había alguien que decía que la vida del hombre, nuestra vida humana, es hacer del caos un cosmos, o sea de lo que no tiene sentido, de lo desordenado, lo caótico, hacer un cosmos, con sentido, abierto, invitador, comprensivo”, afirmó.

A su juicio, en la vida corriente sucede lo mismo: “Hay momentos de crisis -vuelvo a tomar la palabra- que son caóticos, que vos no sabés dónde estás parado”.

Sin embargo, advirtió más adelante en su respuesta, “una vida que se queda en lo caótico es una vida fracasada y una vida que nunca sintió el caos es una vida como destilada. Todo perfecto, las vidas destiladas no dan vida, se mueren en sí mismas”.

Fuente: ACI Prensa.-