Hoy celebramos la memoria de la Virgen del Carmen, también llamada Nuestra Señora del Carmen o Santa María del Monte Carmelo, una de las advocaciones marianas más universales.

Este 2023 el día de la Virgen del Carmen coincide con el domingo XV del Tiempo Ordinario, aún así sus devotos en todo el mundo la recuerdan, le expresan su cariño y piden su intercesión.

El 16 de julio de 1251, San Simón Stock, superior de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, se encontraba en oración, rogando a Dios que fortalezca a sus hermanos carmelitas que padecían persecución. De pronto, la Virgen María se le apareció.

Nuestra Señora se presentó vestida con el hábito de la Orden y, dirigiéndose al santo, le extendió la mano para entregarle el escapulario carmelita. La Virgen, entonces, le prometió que libraría del castigo eterno a todo aquel que lo llevase puesto.

Estos hechos tuvieron lugar en Aylesford (Inglaterra) y marcaron el inicio de esta hermosa devoción a la “Reina y Señora del Monte Carmelo”, piedad que ha ido floreciendo y extendiéndose por todo el mundo a lo largo del tiempo con abundantes frutos de santidad.

El escapulario de la Virgen del Carmen recibió reconocimiento oficial del Papa en 1587 y ha sido respaldado posteriormente por numerosos pontífices con el paso de los siglos.

Gracias a la fuerza simbólica que tiene el escapulario para evocar la promesa hecha por la Virgen a San Simón, la Orden de los Carmelitas y sus numerosas obras han recibido un constante impulso apostólico: hoy los carmelitas -tanto hombres como mujeres- tienen una importante presencia en los cinco continentes.

El escapulario, además, encierra un hermoso simbolismo. Evoca el “encuentro” entre la Antigua y la Nueva Alianza, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, como se explicará a continuación.

Fue en el monte Carmelo, ubicado cerca de Jerusalén, la Ciudad Santa, donde los profetas Elías y Eliseo se establecieron para vivir consagrados a la oración de intercesión por el Pueblo escogido. Y fue en ese mismo monte donde, a mediados del siglo XII d.C., San Bartolo construyó la ermita que congregaría a decenas de sacerdotes de la Iglesia latina quienes se trasladaron allí y empezaron una vida como eremitas, en soledad y silencio.