Tras la misión de dos días en Moscú del cardenal Matteo Zuppi, enviado del Papa, la comunidad católica local se aferra aún más a la esperanza. El misionero italiano don Giampiero Caruso, capellán de la comunidad italiana en Moscú, donde vive desde hace once años, tras pasar catorce de ellos en Siberia, habla de un "acontecimiento histórico". 

La misión del enviado del Papa dará frutos inesperados

"Mi impresión personal es que se trata sin duda de un acontecimiento histórico", comentó a Vatican News. "El hecho mismo de la presencia de Su Eminencia Zuppi aquí en Moscú es, en mi opinión, un hecho del que sólo en el futuro podremos comprender su alcance real. Hay factores políticos e históricos que deben ser considerados y juzgados, ciertamente, pero no debemos olvidar que hay un factor que está más allá de todo esto y que escapa a cualquier análisis humano: la certeza de que es Cristo quien conduce la historia. Por eso estoy seguro de que dará frutos, imprevisibles e imprevistos".

Misa con Zuppi: la unidad entre las Iglesias, fundamento de la paz

Don Caruso participó, junto con los obispos de la Conferencia de Obispos Católicos de Rusia y un nutrido grupo de sacerdotes y en presencia de embajadores y representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores, en la Santa Misa presidida el 29 de junio en la catedral de Moscú. Una liturgia solemne e "imponente", relata, precisando que "la coincidencia con la solemnidad de los santos Pedro y Pablo no fue casual”. Recuerda cómo "el coro era maravilloso", tanto que "el cardenal al final le dio las gracias, diciendo que no tenía nada que envidiar al coro de la Capilla Sixtina”. Las palabras de su homilía fueron muy significativas para el contexto histórico que vivimos. Hizo hincapié en la unidad como fundamento entre las Iglesias para que haya paz"

"Vivimos con temor y temblor"

Que los cristianos estén juntos por una paz justa y estable en Ucrania es precisamente el deseo que el Papa Francisco volvió a expresar ayer, 30 de junio, al recibir en el Vaticano a la delegación ecuménica del Patriarcado de Constantinopla. ¿En qué medida afecta realmente la unidad de los cristianos a la resolución del conflicto? “Creo que afecta no sólo al conflicto, sino al cumplimiento de la historia tout court", señala don Giampiero, refiriéndose al clima de suspensión que viven los fieles en esta coyuntura, tras el intento de golpe de Estado en el país. “Nosotros, los de la capellanía italiana, estábamos en esos días de peregrinación en Vladimir [a unos doscientos kilómetros al noreste de Moscú, ed.] el sábado, cuando sucedió, y estábamos lógicamente preocupados, tanto que decidimos regresar a Moscú rápidamente porque las noticias no eran del todo claras y para evitar no poder volver", relata. "Así que vivimos con temor y temblor. Todo creyente se pregunta: ¿qué puedo hacer yo por la paz?

Es necesaria una paz creativa, afirmó monseñor Paolo Pezzi, arzobispo de Moscú. Hablar de paz creativa "significa que cada creyente debe preguntarse en conciencia qué puede hacer personalmente para que haya paz, aunque no viva en un contexto tan cercano al nuestro", explicó el sacerdote italiano. Insiste en este aspecto que realmente debe mantener unidas las intenciones en distintas latitudes. “Creo que es responsabilidad de cualquier creyente entender en la vida cotidiana cómo se puede traer la paz que el mundo entero necesita y algunos de manera más puntual".

La última palabra no es la guerra, sino la victoria de Cristo resucitado

Don Caruso, en tono amargo, dice que muchos italianos han vuelto a casa o que las empresas internacionales para las que trabajan les han pedido que se vayan a otros lugares. “Trabajo como profesor de religión en la escuela Italo Calvino.Muchas familias italianas se han ido y, cómo decirlo, es una característica de la comunidad italiana en Moscú, este reciclaje continuo, pero ahora, en este último periodo, no hay retorno. La gente se va... pero no llegan familias". Y concluye sobre el movimiento de esperanza que debe seguir animando los corazones: "Lo que sigo diciendo a las personas a las que estoy encomendado es que la esperanza es la certeza de algo que ya ha sucedido. El Señor de la historia es Cristo, como he dicho, Cristo resucitado. Y el hecho de que haya resucitado no significa simplemente que haya vuelto a la vida, sino que, efectivamente, ha cambiado el curso de la historia, y no debemos olvidar esto: aunque con dolor sigan sucediendo estas cosas, no son la última palabra. La última palabra es ciertamente la victoria de Cristo, su resurrección".