Después de las vacaciones de verano de julio, el Papa centró la Audiencia General en el tema de la curación, recordando las diversas heridas - todavía abiertas - relacionadas con la pandemia de Covid-19. Y después de la catequesis, Francisco dirigió sus pensamientos a todo el Líbano y en particular a Beirut, donde ayer se produjo una explosión que no tiene precedentes en la historia del país.

Un momento doloroso, que requiere el esfuerzo de todos

El Papa rezó en primer lugar por las víctimas y sus familias, pensando en las docenas de muertos y miles de heridos. Luego extendió su mirada a todo el país, lanzando un llamamiento a todos los componentes sociales, políticos y religiosos para que trabajen juntos a fin de que el Líbano pueda superar esta crisis:

Ayer en Beirut, en la zona portuaria, enormes explosiones causaron docenas de muertos y miles de heridos, y muchas destrucciones graves. Rezamos por las víctimas y sus familias; y rezamos por el Líbano para que, con el compromiso de todos sus componentes sociales, políticos y religiosos, pueda afrontar este trágico y doloroso momento y, con la ayuda de la comunidad internacional, superar la grave crisis que atraviesa.

La crónica

La explosión, que ocurrió ayer por la tarde en el puerto de Beirut, se escuchó a doscientos kilómetros de distancia. Edificios enteros se han derrumbado, las imágenes que llegan del puerto y de las calles adyacentes son fantasmales, coches y casas dañados en muchos barrios de la capital libanesa. Sin embargo, es el número de muertos, que es sólo provisional, lo que es motivo de preocupación: al menos cien muertos y más de cuatro mil heridos, según lo que informó la Cruz Roja local esta mañana.

Las causas

En cuanto a las causas, según la versión oficial comunicada directamente por el Presidente del Líbano, Michel Aoun, la explosión puede haber sido causada por un incendio en un almacén del puerto donde se almacenaban 2.750 toneladas de nitrato de amonio, incautado hace unos seis años por un barco. Las investigaciones están en curso y no se pueden descartar otras hipótesis por el momento. "Los responsables de la catástrofe pagarán el precio", dijo el Primer Ministro Hassan Diab en un discurso televisado sin, sin embargo, inclinarse por alguna hipótesis.

La nube tóxica

También existe una creciente preocupación por las consecuencias a corto y mediano plazo de la explosión. El Ministro de Salud libanés, Hamad Hasan, ha aconsejado que todo aquel que pueda hacerlo debe abandonar Beirut. Hasan - citado en los medios de comunicación locales - dijo que los materiales peligrosos liberados en el aire después de las deflagraciones podrían tener efectos a largo plazo, incluso fatales.

La atención de Francisco por el Libano

En varias ocasiones el Papa ha dirigido sus pensamientos al Líbano, que lucha contra una difícil crisis económica y social, agravada por la pandemia de Covid-19. El pasado mes de mayo, en particular, decidió enviar 200.000 dólares a la Nunciatura Apostólica de Harissa para apoyar 400 becas en el país de Oriente Medio, afectado por "una grave crisis que está generando sufrimiento, pobreza y que corre el riesgo de 'robar la esperanza' especialmente a las generaciones más jóvenes, que ven su presente como fatigoso y su futuro incierto". El Papa - se lee en la nota de mayo pasado - "con paternal solicitud" ha seguido en los últimos meses la situación en el amado Líbano, definido por San Juan Pablo II como "País del Mensaje", lugar donde Benedicto XVI promulgó la Exhortación Postsinodal Ecclesia en el Medio Oriente, y siempre ha sido un ejemplo de la coexistencia y hermandad que el Documento para la Hermandad Humana ha querido ofrecer al mundo entero.

Colapso hospitalario

Los hospitales de Beirut informan de que no pueden tratar a otras víctimas porque cientos de camas se llenaron inmediatamente después de la explosión. Jad Sakr, Director en Libano de la organización internacional Save the Children declaró: "Estamos conmocionados y devastados por la explosión. Todavía no se conoce el verdadero número de muertos, pero lo que sí sabemos es que en un desastre como éste, el impacto en los niños puede ser devastador: pueden resultar heridos, conmocionados y separados de sus padres. Nuestros trabajadores están listos para trabajar para proteger a los niños y apoyar los esfuerzos del gobierno, que continuarán durante varios días. Es fundamental que los niños y sus familias tengan acceso a los servicios que necesitan con urgencia, incluida la atención médica y la protección física y emocional".